viernes, 28 de agosto de 2009

Resistencia al imperialismo, para los que le tocó Egipto

El interés de Gran Bretaña en Egipto se centraba en el canal de Suez, que facilitaba la ruta británica hacia la India. Las promesas relativas a la retirada del país, una vez que se restableció el orden, se anularon, por lo que el ejército británico ocupó Egipto hasta 1954. Aunque Tawfiq continuó en el trono como un príncipe administrador, el cónsul británico era el auténtico gobernador del país. El primer y más destacado cónsul general fue Evelyn Baring, conde de Cromer.

El movimiento nacionalista dirigido por Mustafá Kamil, abogado formado en Europa, fue respaldado por el sucesor de Tawfiq, Abbas Hilmi II, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Kamil hizo campaña en favor del autogobierno y el final de la ocupación británica.

Durante este periodo, la agricultura estuvo tan completamente dominada por el cultivo del algodón, para suministrar dicho producto a las fábricas textiles de Lancashire (Gran Bretaña), que los cereales para alimentar a la población egipcia tenían que ser importados. Se realizaron proyectos de regadío para incrementar la superficie cultivable y, finalmente, se pagó la deuda contraída con Gran Bretaña.

La ocupación fue admitida internacionalmente cuando, en 1904, Francia reconoció los derechos británicos en el país a cambio de que éstos reconocieran los suyos en Marruecos.



Inglaterra reconoció la independencia de Egipto en 1932, con la contrapartida de contar en la zona con importantes posiciones militares y navales. Durante la Segunda Guerra Mundial, aun sin declarar formalmente la guerra a Alemania, Egipto puso sus recursos más importantes en manos de Inglaterra. Las reivindicaciones de los partidos nacionalistas en torno a la menor presencia inglesa tomaron fuerza después de la contienda. Estas reivindicaciones se concretaron, sobre todo, en la retirada de las tropas inglesas del Canal de Suez, nudo vital de comunicaciones en esa región del mundo.

Un paso de ruptura importante fue la caída de la monarquía egipcia. El poder pasó a manos de un consejo revolucionario y, desde 1959, Nasser (foto) presidió la nueva república. El régimen político que llevarían a la práctica fue el llamado ‘sociaIismo árabe”: reforma agraria, industrialización, creación de puestos de trabajo. En 1956 nacionalizó el Canal de Suez, garantizando la libre navegación por él.

A partir de mediados de la década de 1950 se presentaron nuevos hechos: una política panárabe en contra del nuevo Estado israelí y un acercamiento a las naciones socialistas de Europa oriental.

Estas dos vías de política exterior, unidas a su situación estratégica, hicieron de este núcleo geográfico un área persistente de conflictos hasta nuestros días. Los problemas comenzaron cuando Estados Unidos se negó a aportar el financiamiento necesario para la presa de Assuan, cuyo crédito se obtuvo de ¡a Unión Soviética. Éste fue el principio de la intervención soviética en la zona, si bien Nasser pretendió mantener una posición neutral entre los dos bloques.

Los proyectos de unión entre los distintos países árabes no consiguieron evitar las diferencias entre naciones pobres y ricas (productoras de petróleo), ni entre la vieja mentalidad feudal y los nuevos líderes, provenientes de la intelectualidad y el ejército. Influirían continuamente en esta zona los intereses de Estados Unidos y los países europeos. La intervención en sus asuntos internos se volvió bastante frecuente. El problema de Israel vendría a agravar aún más la situación.

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